Taro Bubble Tea
El día que probó el bubble tea de taro por primera vez, quiso saber también cómo se sentiría si se lo derramaba en la piel. Se imaginó dentro de la ducha, echándoselo entre las tetas y la corriente fría color lavanda bajándole por la barriga. Lo vio salir de un vaso infinito como cascada que desembocaba en su cabeza y lo sintió hacer caminos dentro de su pelo. Quiso llenarse la boca tanto que se le desbordara por las comisuras y le resbalara por el cuello. La invadió el impulso insoportable de querer atrapar todas las tapiocas dentro de un puño, restregárselas en la cara y después lamerse los dedos. Hasta que se encontró de vuelta sola en la mesa para dos cubierta de un aire extraño de complicidad. Ahí fue que notó la gota violeta que reposaba gorda y serena sobre su mano izquierda. Examinó las mesas llenas de personas a su alrededor y cuando confirmó que su presencia era inadvertida, se llevó la mano a los labios y se limpió la gota con la lengua.