El fondo de los ojos
Cada vez que se miraba los ojos pequeños y oscuros se preguntaba qué tenían adentro. Se llevaba a la cara el espejo de mano que siempre tenía en la cartera y se estiraba los párpados con el índice y el pulgar para buscar el color exacto. Cuando eso no le bastaba, cuando necesitaba ver más profundo, se encerraba en algún baño, sacaba su linterna pequeña y los examinaba con una curiosidad desgarrante. En el fondo lograba ver dos terrenos de tierra rojiza, marcados con líneas que la hacían pensar en la arena cuando le soplaba el viento a la orilla de la playa. Después se le distorsionaba la vista por tanta luz y solo veía puntos brillantes que la hacían dudar nuevamente del arreglo de sus ojos. Guardaba la linterna y volvía a recordar que estaba cansada, pero hoy había dejado una nota sobre la mesa.
No volvieron a saber más de ella.