La librería del mall
Hoy estoy en la librería del mall, dentro de una atmósfera con olor a papel y café. Tengo el bolígrafo con tinta nueva en la mano izquierda mientras observo. Hay estantes que se estrechan en un amplio semi círculo. Hay música clásica que suena con delicadeza y sé que quisiera comprarme un libro, pero también sé que tengo suficientes. Hay gente que habla, pero no distingo nada de lo que dicen, a pesar de que pudiera hacerlo si me concentro un poco más. Me agarré de las próximas palabras que escuché y supe que una mujer buscaba libros para un adolescente de 12 años. Me pregunto si es que le gusta leer o si es un esfuerzo para hacer que le guste.
En el área donde se hace el café también se venden postres y otras bebidas. Las mesas quedan esparcidas frente a la vitrina de los postres en ningún orden particular. Son cuadradas y parecen islas rodeadas de un mar de sillas amarillas. Pedí café y cheesecake sin importar que ya tomé café antes de salir. Cuando ya no supe qué escribir ni qué dibujar, me pidieron gentilmente que me moviera de lugar para ceder la mesa a quienes iban a comer.