Restaurante de cadena
Hay sonidos agudos que viajan por el aire y si se pudieran sentir en la piel fuesen como gotitas de rocío. Suena una llovizna de tintineos de tenedor contra plato, tenedor contra tenedor, tenedor contra cuchara y el agua que los lava. Estoy en un salón amplio con luces de opacidad baja y amarillenta. Es un restaurante de cadena italiano. Hay nubes de murmullo y música constante. Por el laberinto entre las mesas pasan mozos discretos como corriente subterránea que nutre. Nuestra mesa está mayormente cubierta de papel blanco. En él hicimos dibujos con crayola azul y un bolígrafo. La cerveza casi se ha terminado y la comida todavía no llega, pero la mesera nos trajo más pan.