El fraile que quería bailar
Hay vino y hay jazz africano. Hay baile y hay un fraile en la puerta con unas tenis puestas. Me mira de reojo y mi rostro se pone rojo. No por el fraile sino por el baile, por este son que me tiene el corazón corriendo como un león. Le digo que venga y que no se detenga, pero me dice que se tiene que ir a dormir y yo le digo que tiene que vivir, pero con todo y eso decide huir.