Pequeños amores
Cuando regresé por la noche, el portón ya estaba abierto y fue más fácil entrar. El calentador ya estaba prendido así que podía meterme a bañar sin tener que esperar el agua caliente. En la ducha me fijé que había jabón nuevo para que no tuviese que salir desnuda y mojada a buscar uno. Vi cómo me apreciabas, sonreí y di gracias.